Como si hubieran sido pintados ayer, el jefe del Consejo Supremo de Antigüedades egipcio, Zahi Hawas, mostró los vivos colores de una tumba excavada hace cuatro mil 200 años en el sitio arqueológico de Saqara, a 25 kilómetros al sur de El Cairo.
El Cairo, Egipto
“¿Cómo estos colores, en mi opinión los más increíbles descubiertos en una tumba, han podido mantenerse durante cuatro mil 200 años?”, se preguntó Hawas, quien subrayó que desde su descubrimiento habían comenzado las labores de catalogación y conservación.
En el sepulcro descansaban los restos de dos altos funcionarios de la V dinastía faraónica (2500-2350 a.C): Sin Dua, sepultado en la sala principal de la tumba, y su hijo Jonso, cuyos restos fueron depositados en una sala adyacente a la de su padre.
Ambos ostentaron los títulos de “supervisor de funcionarios”, del que no se tenía conocimiento hasta ahora, y de “jefe de los escribas”, entre otros.
Lo más llamativo de este descubrimiento son los luminosos colores con los que está pintada la “puerta falsa” de la tumba de Jonso, el umbral por el que, tal y como creían los egipcios, el alma del difunto debía entrar al mundo de los muertos.
En la puerta y sobre un fondo blanco, unos nítidos marrón, rosa, amarillo, azul y negro muestran a quien fuera jefe de los escribas, junto a jeroglíficos que indican sus distintos cargos y su nombre.
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